Había estado toda la tarde vigilando a la sudamericana sin ningún resultado y pasaba por casa para cambiarme y visitar a Fanny.
Estaba esperando el ascensor cuando llegaron una vecina mayor con un perro pequeño, el vecino del cuarto y una chica joven. La chica empezó a acariciar el perro. El hombre preguntó a la mujer por sus hijos. Empezaron a hablar sobre temas de la comunidad. Alguien dijo algo gracioso y todos rieron.
Durante la espera nadie intentó hablar conmigo, ni siquiera me miraron.
Me sentí como si no existiera. Sentí una fuerte, intensa y casi física sensación de soledad.
La puerta del ascensor se abrió.
No cabemos todos. Sube tú, nosotros ya subimos en el siguiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario