martes, 21 de septiembre de 2010

Despojo 14 - Concierto

El día que cumplí veinte años me dijo de ir juntos a un concierto. Le dije que no. Que a los conciertos prefería ir con mis amigos para pasarlo bien y no para estar dándome besitos con una chica.

Se levantó de la mesa, me llamó gilipollas y se fue. Me acabé la caña y también me fui. Me sentía mal. Siempre me pierde la boca.

No quedábamos pero íbamos a los mismos bares. Cuando nos encontrábamos, al final de la noche acabábamos en su coche. Allí follábamos con rabia protegidos por los cristales empañados.

Me quedé pensando en como arreglarlo.
Lo primero era pedir su móvil y su nombre a algún amigo.

Despojo 13 - La mujer de mis sueños

La mujer de mis sueños siempre aparece cuando sueño con mi utopía particular.

En ella estoy viendo el fútbol tumbado en el sofá. Es verano, estoy en calzoncillos con una cerveza en la mano y rascándome los huevos con la otra. Cuando mi equipo está a punto de marcar un gol, aparece y empieza a discutir conmigo en una discusión borgiana y circular que no tiene fin.
A final todo lo que nos rodea se difumina. Solo quedamos los dos discutiendo durante horas.
Me despierto cubierto de sudor.
Por suerte solo es un sueño.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Despojo 12 - Genial

Acababa de cumplir veinte años. Después de unas cuantas cervezas intenté besarla.
Me dijo que no, que lo sentía, que lo pasaba muy bien conmigo, que era genial ir juntos a conciertos y a todas partes, pero que era mejor no pasar de ahí para no estropear nuestra amistad.
Me levanté y me fui. Estaba confundido y enfadado.
El fin de semana fuimos juntos a un concierto. Estuvo genial. Pero nada.
Hay que joderse.

Despojo 11 - Un beso para la bella durmiente

Aunque sea un solitario militante a veces necesito estar con una mujer.
Ahora ella está a mi lado en la cama. Me inclino cariñosa y lentamente sobre ella. Parece dormida, me recuerda a la bella durmiente. Como si yo fuera el príncipe del cuento, le doy un profundo beso para despertarla. Pero no se despierta.

Ya hemos acabado. La guardo en el cajón del armario. Lo que más me gusta de ella es el suave tacto de su piel. Está muy conseguido.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Despojo 10 - Lluvia

Estaba con mis amigas en un café de la plaza del Dos de Mayo. Era abril y llovía.

- Lo hemos dejado esta semana ¡Venga ya! ¿Otra vez? Seguro que sigues colgada de él Esta vez lo hemos dejado de verdad Siempre dices lo mismo xD Déjala, no la agobies Ya verás cuanto tardan en volver.

Cuando llevábamos una hora entró por la puerta. Iba vestido con un traje negro y una camiseta azul del bar donde nos habíamos conocido. Su pelo rebelde brillaba negroazulado por la gomina. Se acercó a nuestra mesa, me cogió suavemente de la mano y me dijo al oído si podía decirme algo privadamente.

Salimos del café hacia el centro de la plaza. Se puso los cascos del iPad y me pasó otros para mi. Empezó a sonar nuestra canción favorita. Mientras la lluvia nos empapaba, empezamos a bailar juntos con su cara apoyada en mi hombro.

Le mordí el lóbulo de la oreja con tanta rabia que casi se la arranco y salí corriendo.
No volví a ver más a ese camello.

martes, 14 de septiembre de 2010

Despojo 9 - El ascensor

Había estado toda la tarde vigilando a la sudamericana sin ningún resultado y pasaba por casa para cambiarme y visitar a Fanny.

Estaba esperando el ascensor cuando llegaron una vecina mayor con un perro pequeño, el vecino del cuarto y una chica joven. La chica empezó a acariciar el perro. El hombre preguntó a la mujer por sus hijos. Empezaron a hablar sobre temas de la comunidad. Alguien dijo algo gracioso y todos rieron.

Durante la espera nadie intentó hablar conmigo, ni siquiera me miraron.
Me sentí como si no existiera. Sentí una fuerte, intensa y casi física sensación de soledad.

La puerta del ascensor se abrió.
No cabemos todos. Sube tú, nosotros ya subimos en el siguiente.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Despojo 8 - El Cubo

Soy un jodido cubo plástico amarillo, depósito de los despojos reciclables de los hombres. Pero tengo una cualidad porque mi Dios, el Dios de los cubos amarillos me otorgó el don de la lectura. Harto de leer prospectos, composiciones alimenticias y etiquetas de productos, un día un hombre herido y borracho me volcó, me pateó pero tuvo el gesto sublime de lanzar al fondo de mi mismo un ejemplar de la metamorfosis.

Ahora me digo que si un día Gregor Samsa se despertó convertido en un insecto enorme, quizás yo un día amanezca mutado en un depósito azul y gris donde los seres humanos abandonan a veces pequeños despojos, ay, de literatura radiante.

Despojo 7 - Mañana

No sé cuando todo empezó a ir mal. Sé que hubo un momento que marcó un antes y un después, pero no consigo localizarlo en el tiempo. Sobre la mesilla de noche están las pastillas blancas, junto al vaso de agua y no puedo evitar pensar lo graciosa que me resulta ahora mismo la frase "ahogarse en un vaso de agua".

Miro las pastillas. Cierro los ojos. Quizá mañana.

Despojo 6 - Televisión

Lo malo de la soledad militante es que estás solo. Parece una tontería pero no lo es.

Tiene ventajas como la independencia, la disponibilidad del tiempo, no negociar nada con nadie y, por supuesto, el sexo, con tu ritmo, tus fantasías y sin concesiones a terceros.
 
Pero la soledad militante es egoísta. Solo nos relacionamos con otras personas cuando lo necesitamos, pero cuando nos necesitan nunca estamos, siempre hay otras prioridades que atender.

Pero por suerte, a los solitarios siempre nos queda la televisión que nos hace compañía y nos permite disfrutar de la miseria humana sin exponernos a ella.

Por suerte.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Despojo 5 - Videojuegos

Luis Argudo tiene 32 años y no tiene amigos. Su poca necesidad de relacionarse la cubren sus compañeros de trabajo y su familia. No necesita más.

Desde pequeño solo le importan los juegos de ordenador. Vive solo en un piso donde ha convertido el salón en una sala de juegos gigante, con proyectores que cubren tres paredes con la pantalla del juego al que esté jugando.
Cuando se pone los cascos y los proyectores empiezan a bombardear 120 imágenes por segundo, el mundo real desaparece y él se convierte en destroyer349, uno de los más temidos y respetados jugadores de la red.
En ese mundo virtual él es alguien, todo el mundo le conoce y todos quieren jugar en su equipo. Da igual que juegue a carreras de coches, a matar a todo lo que se mueva o a baloncesto. En los juegos de acción es el mejor y no tiene rival, ni siquiera los jugadores chinos pueden con él.

Viviendo así es feliz. No hay hueco en su vida para ninguna mujer.
Por eso visita a Fanny cada quince días.
No necesita más.