Es difícil centrar tu pensamiento cuando hace tan solo media hora que te has metido un pico.
Estaba tirado destartaladamente sobre un sofá sucio y roto que habían abandonado junto a los contenedores y Pilar estaba sentada en el suelo con la mirada perdida y la cabeza apoyada sobre mi pierna.
La miré y acaricié su mejilla. No fue gran cosa y ni siquiera se enteró, pero fue la mayor muestra de amor que tuve nunca por nadie.
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