Un extraño masoquismo me impide dejar de mirarles. Aprovecho los reflejos de los espejos y los huecos de las cortinas para mirar todo lo que no pudo ser y ahora es. Me voy a casa desbordado, suavemente triste, buscando de nuevo un abrazo del caro plástico de O eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario